Ella era poema, letanía, amor y estrella,
filosofía y luz en las tinieblas, esencia y presencia.
Ella era luna, día y noche, fresca primavera,
silencio, palabra y alma fina, de excelencia.
Ella era consuelo, compañía, ternura y fortaleza,
de la bondad era amiga fiel y lucero como sol.
Ella era amiga sincera, leal y noble a toda prueba;
supo siempre honrar a Dios Nuestro Señor.
Ella era razón de vida, aliento y desvelo,
fue mujer recta y honesta, de mirar dulce y suave.
Vivió sin prisas, dando siempre consejos buenos.
Está ahora en el cielo, ella era mi madre.
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