Una mujer hermosa, de puras ofrendas,
de escarcha cubierta en las primaveras,
es vida y misterio, con su sola presencia,
fuerte y recia, con su corazón de madera.
Horas de fiebre y ella, nada sabe;
al tenue soplo del frío, parece expirar.
Contrita y humillada, ni un gemido le sale,
es vida y misterio, juguete para admirar.
Por qué sonríe, siempre de buen tono.
Es una mujer hermosa y ella, nada sabe.
De puras ofrendas, como en un soplo,
calor y frío soporta su recio corazón de madera.
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