Había una vez, en algún lugar de la tierra,
un individuo sin educación, títulos y nobleza.
Su vida era común y corriente, normal y terrena,
su paso era desapercibido, sin visos de grandeza.
Pasó el tiempo,los naipes se acomodaron,
giró la rueda de la fortuna y el sujeto silla alcanzó.
Fue cosa de suerte, a la Corte del rey lo llamaron,
juró entonces ser súbdito bueno y trabajar sin descanso.
Ya en aquellos exclusivos ambientes,
rodeado de virreyes, marqueses y condes,
el afortunado sujeto conoció placeres diferentes,
todo era grato y hermoso entre oro, plata y bronce.
Después de un tiempo, el piso se le hizo duro,
comprendió que eso ya no era para él.
Prefirió un paquete de nubes marca
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