La noche estrellada,
impaciente la espera,
soñando la amada,
en la seca pradera.
Sus ojos se iluminaron,
con la luz que ya llega,
de amor se colmaron,
con la paz que sosiega.
Las horas pasaron,
de la hermosa entrega,
porque en sí confiaron,
con plena fé ciega.
Olvidados del mundo,
solo contaba él y ella,
¡Hay cómo se amaron,
aunque en ello murieran!
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