¡MADRE! quiero y no puedo regalarte nada,
solo amor, ya no puedo regalarte flores,
no porque no lo desee, ni por distancia,
me fuí sin despedirme, dolía el alma.
Hoy quiero y no puedo dormir,
y no es por la cama extraña,
sé que cuanto más camino avanzo,
más me alejo de tu carita blanca.
De tus manos doloridas, finas, delgadas,
ese quejido leve al girarte en la cama,
ese suspiro hondo si el aire te falta,
esas arrugas macardas de la vida pasada.
Siento la ausencia y me duele el alma,
ahí iba y venía, para ver como estabas,
dormía algo, y despertaba sobresaltada,
pensaba que te oía, cuando no me llamabas.
Que hago, sigo adelante o me vuelvo a casa?
sé que si aún estás tu, ahí és mi parada,
hoy no me siento madre, soy hija desolada,
si tú me faltas, ya no soy casi nada.
Sin tí, dudo de todo, pierdo mi referencia,
al recordarte siento que tu me abrazas,
que con solo pensarte, soy importante,
el camino siempre es más fácil, me salvas.
Estarás en mi dolor, alegría, y calma,
en cada saludo hacia una persona anciana,
en esa sonrisa diaria, conocida y esperada,
si cruzo la calle, me necesitan y pasan.
Quiero regresar cerca de ti, a tu paz,
secar tu sudor, besar mas veces tu cara,
sentir el roce de tu mano en mi cabeza,
cuando busca descanso en ti, sobre tu cama.
¡Madre no te vayas! te necesito siempre,
ya no me oyes, descansas lívida, relajada,
no quiero ver que tu respirar se apaga,
¡Te fuiste madre, con el lucero del alba!
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