Dime corazón, dime de tus penas,
y de la angustia que te embarga hoy,
me tienes atada a este cruel dolor,
que sin desearlo a él me encadena.
Deja corazón de alterar mis venas
con esa amargura que de ti emana,
porque sin piedad en ellas derramas
todo ese dolor que a mí me envenena.
Quiero corazón que en feliz latido
me des la señal del ansiado olvido
para que en nosotros halla bienestar.
Si el tomó gustoso un nuevo sendero
olvidarlo ahora es lo que prefiero
aunque tu te empeñes verlo regresar.
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