Hoy espero, y no acuden,
los pájaros a mi ventana,
ya no oigo sus cantos,
en la densa, cercana rama.
Porque cayeron las hojas,
amarillean las zarzas,
solo queda el silencio,
huella de cuando pasabas.
Tardes interminables de agua,
mientras el viento silbaba,
queda la mas gélida escacha
en esa noche de frio larga.
Llega la tristeza infinita,
el desamor que no esperaba,
por tanto olvido inmerecido,
que la distancia provocaba.
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