Y llega el ocaso
y escucho ensimismada un recuerdo
que hace que me ahogue en la nostalgia,
los días se alargan...
y al recorrer las calles desoladas
los colores se pierden
y queda el gris de la tristeza.
Sueño sin tiempo
en una sola errancia,
como si viviera en una alegoría distante
donde pasan las horas ante los ojos
que sollozan por el silencio de la tarde.
Algo sin nombre me llama
y al escucharlo vacilo
sin reconocer lo que pueda ser
y entonces me paralizo,
me detengo en el andar
y una desolación infinita me recorre
aislándome del mundo.
Es mi propia voz
que de lo profundo de mí
regurgita desde mi pecho
hasta salir por mi garganta,
convirtiéndose en apenas un susurro
que me envuelve y hace que delire
en el vasto silencio... de este ocaso.
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: imprecisa.
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