Gracias amigo, mil veces, gracias,
por ese poema, que me entusiasma,
porque sé que, aún sin ser para mí,
sabias que, llegaría a donde ansiabas.

Por esas acurelas, amigo gracias,
por ese saludo corto, frase callada,
por las escasas cartas, pero deseadas,
por llevarme contigo a la selva mágica.

No sé pintarte, ni una montaña plana,
solo escribirte palabras y mas palabras,
para que te lleven mi sentir,
en esas tardes tuyas algo largas.

Cuando por unos segundos a solas,
o no puedes conciliar el sueño,
en esas noches frias, calurosas,
porque quiseras que te escucharan.

O piensas en toda la humanidad,
en todas sus criaturas, buenas, malas,
para llevarles un calor, cariño,
o si de casualidad me encontraras.

Cuando en esas mañanas húmedas,
en que te abrigas con bufanda,
y piensas en todos los que carecen,
de un abrigo, amor, pan y casa.

Cuando en la hora de descanso,
tu mente se relaja,no olvida un instante,
que a pesar de las millas de agua,
tu pensamiento limpio, bueno, libre,
hacia mi sin querer avanzan.

Cuando en ese dormir pausado,
en que los sueños son esperanza,
en que yo me cuelo de puntillas,
para saber como está el sol de la montaña.

Y dejarle un beso en la mejilla,
tras largamente contemplar su cara,
su tez morena, su fente ancha,
su mirada dulce, algo parda,
su sonrisa tímida, pero franca.

Dudando por qué recibe tanto amor,
si él nunca pidió nada,
y no sabe que el amor es así,
el amor todo lo da, todo lo regala.

gaviota frágil