En el Barranco de Viznar

La noche venía rota, iba sangrando
jazmines y estrellas hechas de cobre.
la muerte corría como vieja liebre
entre el mimbre, por el trigo, talando

los versos que el río iba cantando,
segando la vida del poeta libre.
Viznar va llorando menta y jengibre
mientras la negra muerte huye temblando.

!Heredias, Camborios! ya bajan del cielo
y lo amortajan con ramas de limoneros.
Una luna viuda va llorando luceros.

Granada se va cubriendo de negro hielo,
el barranco de gorriones sepultureros
y el aire de sus versos hechos veleros.
II
¡Ha muerto el poeta! Herido de bala.
Su sangre libre encharca a Granada.
La cal blanca de venganza está pintada
y la muerte canta mientras se acicala.

La tierra de aquel barranco se cala
de aguardiente amarga y limonada.
Lágrimas gitanas sobre la piel morada
del poeta que a Granada supo amarla.

Los juncos se van doblando, tiembla un grillo,
llora el trigo. El Albaycin se estremece
cubierto de rojo rocío cuando amanece.

Su cuerpo de lirios escupe un fatuo brillo.
El barranco es más hondo, más frío, allí yace
el poeta divino, mientras España enviudece.

Mercedes A. Alexandre