Candidas luces de otoño,
vespertinos deseos amorosos,
cánciones como lúcidas plegarias,
y una humilde queja que avisa tiernamente,
que el tiempo ya se acaba.

¡Llega el amor de forma apresurada!
y el silencio,
como llanto clandestino,
se esconde tapándose la cara,
pues de el nada se sabe,
¡O no se sabe nada!...

Amor...¿Que cosa eres?
¿Ficción, recuerdo o lágrima furtiva?,
¿Capricho, desorden, sensación?,
¿Que forma tienes?, ¿Cómo te llamas?,
¿Bostezas a los pies de la mañana?...

Amor...¿Que cosa eres?
que mueves montañas de pasiones,
que cambias el destino
al son de las campanas,
¡Que haces del tiempo lo que quieres!
del hombre, una batalla,
de la calma, una discordia,
del sueño una esperanza...

Amor... ¿Que cosa eres?
que albergas en tu seno
el error como camino,
la verdad como variable,
y la dicha
como posibilidad que nunca llega,
¡Al menos del todo nunca llega!

Tu presencia se hace ver,
en las entrañas del hombre
¡De múltiples maneras!

Amor...¿Que cosa eres?
¿Plenitud, constancia o ambición?,
¿Sufrimiento, triunfo o alma en vilo?,
¿Caos, orden o miseria?...

Amor...¿Eres pregunta?
¿O quizá eres respuesta?...

Yo te siento como un amigo ingrato,
y te puedo asegurar, ¡Te lo aseguro!,
que pocas veces entiendo tus patrañas,
que no consigo adivinar
¿Por qué flagelas con tanto ardor
mi corazón herido,
mis nostalgias de siempre?...

Y no llego a entender de ninguna manera,
las señales de humo que marcas a mi vida.

Fernando Pérez.