Tengo dos máscaras,
en la entrada de mi casa,
una oscura para la noche,
cuando la puerta está cerrada.
Es entonces cuando puedo,
por fin dar rienda suelta
al sentimiento, denuevo
porque ya no soy observada.
La otra mas clara,
la pongo en la mañana,
para que nadie me pregunte,
¿qué te pasa? y esa mirada?
Al oir esto me ablando,
temo que se me parta,
por ser así, tan frágil,
como de fina porcelana.
Entonces verían todos,
mi angustia, tristeza,
mi nudo en la garganta,
y no me gusta nada.
Porque mi dolor, sus matices,
me pertenece, és solo mío,
todo, desde dejar mi casa,
hasta el primero, de la infancia.
Me gané ese privilegio,
dia a dia, semana a semana,
pagando con mi soledad,
aún cuando no debía nada.
Por eso a veces no debes, amor,
lo siento, fiarte de mi cara,
cuando su boca sonrie,
esconde la lágrima más larga.
Su sonrisa puede ser tierna,
incluso gris, disfrazada,
pero en lo que toca al amor,
nunca miente, ni engaña.
Nunca la temas, no esconde nada,
te quiero, lo sabes verdad?
pues acoge este amor,
que para ti no lleva máscara.
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