Yo recuerdo esos ojos encendidos.
Y recuerdo esa voz que me arrullara.
Conozco sus deseos escondidos,
y tembló de emoción cuando me hablara.
El no supo esconder esa sorpresa,
que sentimos al ver un viejo amante,
Las circunstancias ahora no interesan,
pues nos reconocimos como antes.
Hablamos del asunto pertinente,
al cual yo iba, y con gran acierto.
Mirándole a los ojos fijamente,
recordé que su nombre, era Roberto.
|