Cuando llegué al centro
las miradas en mi se volcaron
ancianos de cabello blanco
solitarios y apagados.
Me alegró comprobar
como una aún me recuerda,
es un ser encantador
con ojos ventanas al alma
Más de dos años hacia
la última vez que la vi
cuando visitaba a mi teta
que ahora flota feliz.
Son adultos como niños
sedientos de las caricias,
de la comprensión y el amor
que casi nadie les brinda.
Casi nunca se valora
la sabiduria del anciano,
se margina y se "aparca"
pues ya su vida ha pasado.
Las residencias están llenas
de estos seres olvidados
que a migajas les ofrecen
una vez a la semana.
Sin darnos apenas cuenta
la juventud nos abandona,
entonces recogeremos
la cosecha cultivada.
No olvidemos que la vida
es muy bien organizada,
tanto dimos obtendremos
pese a quien pese, caiga quien caiga.
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