(13 de julio 2.003)

En la alberca te esperé
bajo la parra cuajada,
cuajada de uvas dulces
que se volvieron amargas
al ver que tú no venías,
al ver que tú no llegabas.
En el agua de la alberca
vi la luna reflejada
comencé a hablar con ella
y le fui abriendo mi alma
mientras la herían de muerte
mis manos dentro del agua.
Desbaraté su silueta,
su silueta plateada,
la partí en mil pedazos
que se fueron esparciendo
junto con mis esperanzas.

Por los bordes de la alberca
busqué tu cara gitana,
sólo pude ver las sombras
de aquella parra cuajada
donde nos dimos cita
para desengarzar racimos
de uvas verde esmeralda,
para embriagarnos de amor,
de deseo, de pasión,
de besos y juramentos.

Nunca llegaste a la cita,
nunca llegó ese momento,
donde poder descubrir
el fuego de nuestros cuerpos
salpicados de agua fresca
de aquella alberca olvidada .

¡Ay!
¡Que noche más desdichada!.
No pude cubrir tu cuerpo
de besos y diamantes
hechos de gotas de agua.
no pude oler tus pechos
perfumados de albahaca.
No pude verte desnuda,
como diosa de canela,
jugando dentro del agua,
mientras la luna celosa
se iba bebiendo la plata
que en la alberca derramaba
y así borrar tu silueta
en el agua reflejada.

En la alberca te esperé
bajo la parra cuajada
de sarcillos hechos de uvas,
de uvas verdes y dulces
ahora negras y amargas.

Mercedes A. Alexandre