Entre mares profundos de ausencias
voy hilando mis recuerdos.
Los días en que tú y yo
nos besamos en silencio.
Al oído me susurrabas
tu ternura hecha canto,
en la frondosidad del parque
me saciaste con tu encanto.
Tus manos como palomas
en mi talle se posaron
haciéndome sentir
la mujer más deseada.
Las florecillas silvestres
fueron testigos mudos
de dos almas enamoradas
bajo el ardor del estio.
Entre risas evocamos
pasajes de nuestra historia,
nos bastaba con mirarnos
sin mediar apenas palabras.
Más hermoso que un amanecer
fue el compromiso de amarnos
sin papeles, ni ataduras
que a nuestro corazón coaccionara.
Así te tuve mi amor
muy pegadito a mi vida
amandonos intensamente
cerrando viejas heridas.
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