Suave y fino tul tenian mis ciegos ojos,
hacièndome ver tu interior desenfocado.
Desde un ìntimo àngulo te fuì observando,
arrastrando a la ilusiòn por cièn atajos.
Por senderos de mentiras llenas de abrojos,
se dèbil y fràgil existencia fuì salvando
evitando me viera de nuevo perdonando
evitando me viera la rojez de mis ojos.
La ilusiòn que en un altar clavè un dìa,
envuelta de azahar y tules virginales,
comulgndo con promesas y ritos nupciales,
sintiose agonizante, cansada, baldìa
y huyò a refugiarse en otros manantiales,
buscando sentidos con espinas màs veniales.
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