De un chispazo de arrebato la locura se
asomo en el cristal frió de aquella vieja
habitación funesta, quede consternado
una vez mas con mi sonrisa petrificada.

Mi alma de cristales negros se desplomo
como una casa de naipes, me quede tan
solitario en un mundo real, tan real que vi
la masacre de un mundo tantas veces
desangrado.

Quise encontrar el hueco mas oscuro y
profundo, sepultarme con fuego y gritar,
gritar hasta que el tiempo muera.

Me senté frente a un amanecer, un nuevo
día de muerte, de carroña y pestilencia,
oyendo como las voces destruían mi pobre
alma y me insistían a matar.

Lo agradable de este mundo real es la
soledad de una sonrisa honesta, una
sonrisa tímida que el tiempo no a de
cambiar mientras la soledad transite
entre calles interminables, tan
interminables como ese amor que me
rompió la inocencia y me dejo aquí.

(La autoría de este escrito pertenece a
Efraín M. mi amigo eterno de escritos y
de locuras enigmáticas)

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