La tarde se retira mansamente,
los ruiseñores van ocupando el sitio,
sus trinos abren paso a esta noche sin luna.
El horizonte,
a modo de valiente guerrero,
estremece mis fibras más profundas,
y pienso en ti,
corazón de coral,
vuelo de gaviota,
sentimiento de paz y alegría.
Tu imagen me refleja un norte,
un lugar,
un destino,
una palabra.
Y se alegran mis cimientos
por haberte conocido,
por haberme enseñado
la cara oculta del amor,
sus trucos,
sus trampas y olvidos.
Miro una vez más el horizonte,
los brazos tiernos de la luz,
los colores difuminados de su cara.
Horizonte de seda que me ampara,
que me cuida cada día,
y me ayuda a quererte de distinta manera.
A veces me pregunto,
¿De qué está hecho el horizonte,
que jamás reniega y siempre vuelve?
A veces como refugio del poeta,
como lugar donde las Hadas vuelan,
como el sitio ideal
de aquel amor que siempre nos espera.
Yo quisiera por eso,
llevarme hasta mi alcoba,
¡El horizonte de Seda!!
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