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Esto no es un poema

Vi su foto en un periódico,
su alma navegando en la inocencia.
La muerte,
como siempre,
entre bastidores acechando la presa.
No fue ella sola,
fueron cientos y miles,
pero hoy todos somos ELLA.
Nació, a la orilla del atlántico,
entre verdes de variada presencia,
con la eterna quietud
de las flores de pascua.
Seguramente ellas fueron testigos,
de la aberrante calamidad que portaron las manos asesinas.
Me resbalan las lágrimas de impotencia,
me duele el corazón,
¡Me dueles tú pequeña!!
¡Dios te salve Marisa!
Ellos,
los farsantes hijos de las tinieblas,
tendrán su merecido,
pagarán su deuda y
morirá la voz de su conciencia,
entre sus propios ruidos,
en medio de su devastadora capacidad
para arruinar la vida.
Marisa, niña mía,
afable, cordial,
los lobos de la noche,
sin respeto,
arrasaron esa pulcra ausencia,
que ya cargabas en tu alma,
con esa discapacidad que ya tenías.
No puedo por menos que citar,
que el horror se convirtió en absurdo,
y se cebo en la pureza de tu cuerpo,
por eso quiero gritar con fuerza,
¡Mucha fuerza!!
¡hoy todos somos Marisa!!!!!

Con infinita tristeza, desde La Coruña (A Coruña) siento que como único bote, nos queda la palabra.


Fernando Pérez.

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Publicado el: 11-09-2003
Última modificación: 00-00-0000


página personal de Fernando Pérez.


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