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El barco

El barco no sabe vivir a la deriva,
no puede navegar sin rumbo fijo,
no quiere más abrazo que su puerto,
no ama nada que no sea el mar y el cielo.

Las estrellas nocturnas son su compañía,
el lucero del alba el duende que lo cuida,
la luna, cuando viste de plata,
su obsesión,
las olas y los vientos su respiro.
la calma de los tiempos, su remanso.

El barco, navega por la vida,
silenciando amores,
que quedan en el fondo de los mares,
que acurrucan su llanto en callada respuesta.
avistando horizontes,
oteando el final del camino.

Y el barco no se asusta de nada,
ni teme tempestades y tormentas,
ni llora el dolor de las entrañas,
ni recuerda el olvido de siempre.

Porque el barco no es la costa,
ni el mar, ni el firmamento,
ni tampoco la espuma de las olas,
ni siquiera el barco es el tiempo
o el sur de la alborada,
y aún menos la sombra de su casco.

Un barco siempre fue una línea recta,
un crepúsculo y un sueño,
un amanecer temprano y limpio,
un beso en primavera,
una eterna mirada al frente.


Fernando Pérez.

Copyright © Todos los derechos reservados.

Publicado el: 22-09-2003
Última modificación: 00-00-0000


página personal de Fernando Pérez.


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