Es tan fácil cerrar los ojos y soñar...
con las playas azules, verdes y coloradas,
cristalinas las aguas y las olas suaves y mansas
de las costas que orlan la frente de mi país, Venezuela.
Es tan fácil sentir el aroma a salitre,
sentir la brisa que agita a las palmas,
a los cocoteros y que mece cadenciosamente
a las hamacas y chinchorros que invitan
al descanso y a la ensoñación bajo un palmar.

Es tan fácil dejarse llevar por la imaginación
que cuenta historias de poetas y noveladores,
de compadres que hablan cortado por el viento
que se lleva la mitad de la palabra dicha,
que tienen en un peñero el sustento de su vida
y en la pesca la emulación de un Dios hecho Hombre.

Es tan fácil cerrar los ojos y contar la historia
de la propia vida bajo el manto de todas las estrellas
cubriéndose con la luz plateada de la luna
que le guiña los ojos al sol, escuchando sin escuchar
el suave vaivén de las olas que llegan
y van arrastrando la arena blanca en la pleamar.

Es tan fácil sentir que se tiene en nuestro mar
la oportunidad de navegar por todos los mares
y ser filibusteros de todas las ilusiones que sueños
son en los anhelos que se viven tierra adentro
que se afincan fuerte en el alma y en el corazón.

Es tan fácil dejarse llevar por la magia de las costas
que bañan el norte de esta tierra mía, edén
de mis amores y pasión de mis sentires... ¡es tan fácil!

Migdalia B. Mansilla R.
fecha: cuando cierro los ojos y me llega el aroma de mi mar.
Septiembre 24 de 2003

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