Bañan mi rostro,
al pañuelo empapan
y mi alma se siente
en la tormenta que
vivo en la soledad
del adiós definitivo,
desbordada en las
lágrimas que al llegar
a la garganta ya no
se pueden reprimir,
derramándose sin que
haya dique alguno
que las pueda contener.

Parecen entonces,
estas mis lágrimas,
gotas de lluvia copiosa
que corren sin prisa
por el dolor que desgarra
y por la tristeza enorme
del saber que ya nada
se puede hacer...


Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: de vez en cuando, cuando la película de esta última historia corre y se proyecta en el recuerdo del olvido ansiado.
Septiembre 27 de 2003

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