A la hora del crepúsculo,
cuando ya no vigile el sol,
le contaremos a la luna,
el secreto del amor,
que durante tantos inviernos,
han forjado en nosotros
el cariño, el respeto y la comprensión.
Desnuda ya mi alma
pues contigo no teme ser dañada,
te regalo la ternura
cómplice de tu mirada.
Embriagada del dulce licor de la pasión,
que en estos años se ha mantenido latente,
espero ansiosa que vacíes mi copa colmada,
y llenes de mí tu corazón
para ser almas transparentes.
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