Ni las aguas del río apagaran jamás
la llama que por ti calcina mi existencia,
pues ya lo comprobé con la experiencia
de nuestros dulce amor, ante el hecho real.
Que el uno sin el otro, somos triste verdad
ante un mundo que mata el amor más divino,
que vive y se alimenta de lo que no ha tenido
aceptación y apoyo, ante esta sociedad.
Pero al fin ha llegado ese día anhelado
reunimos las fuerzas que nos habían faltado,
ahora no hay quien pueda, nuestro amor dividir.
Si las aguas del río, no apagaron las llamas
de este amor que calcina nuestras almas atadas,
¿con que armas pretenden, nuestro amor extinguir?
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