Hoy la tristeza llamó a mi puerta
y en un descuido se coló por la mirilla
que sin querer me la dejé abierta.
Sin motivo aparente,
sin razones que darme,
cubrió de nostalgia
mi carcomido corazón escarlata.
No quiero llorar,
no derramaré ni una pizca de sal,
temo poder naufragar
en los mares del delirio,
que ya en un tiempo me toco navegar.
Y sin más consuelo
que asirme a la esperanza,
espero tus brazos
que abriguen este día sombrío y gélido,
ven pronto con un beso
que es la gota que colma mi deseo.
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