Vino aquel muerto vestido,
con las sombras de la noche,
y traía muy temprano,
cinco dedos y una mano.
Quiso la calaverita,
desmayarse de mentiras,
pero la venció la risa,
y en pedazos se rompió.
Su víctima que la vio,
se reia y se reía,
por ver que la calavera,
en huesos descomponía.
Vino una prima lejana,
con un pegamento y medio,
y trato con el remedio,
llevarla hasta el cementerio.
Una vez que estaba allí,
oyó que se levantaban,
los quejidos de otro muerto,
que enojado le gritaba,
quita de aquí el pegamento,
pues yo quiero seguir dentro.
También se oyeron los ruidos,
de aquel fúnebre evento,
y surgieron de la tierra,
como orquesta los lamentos.
Al final se puso orden,
y la calaca muy presta,
espantó de aquel lugar,
a todos los que alli estaban
diciendoles sin mesura,
y con sus huesos crujiendo,
¡Al muerto lo que es del muerto!
(En homenaje a mis hermanos Mexicanos,
que como nadie Torean a la muerte)
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