Tus ojos me miran marchitos,
sin brillo ni color,
ya no me hablan
sólo en un gesto
dicen adiós.
La indefinida sonrisa,
quiebra tu faz,
que se presenta
distante y fría,
e involucras al rictus
a fingir el amor.
Ni tus osadas manos,
que se atrevieron
a conquistar tierras desconocidas,
y fueron cómplices de tu traición,
son capaces de calentar
el sombrío día,
que vaga solitario,
embruteciendo a este desconsolado
y dolido corazón.
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