no descansarán nuestros versos bajo la inerte sábana del olvido
anaMía
VÉRTIGO
A menudo me toca jugar
Con la soledad o el olvido
Da igual cerrar las puertas
Abrir las ventanas
Hacer puentes donde no hay ríos
Cobrar un sueldo y pagar los impuestos
Ir a misa
O escuchar un discurso presidencial
Salir a la calle
O pegarse un tiro en la cama
A menudo sucede que uno se encuentra
Con enjambres
Con ídolos que subastan sus propias cataratas
Y beben en su propia taberna
Arco iris de mostaza
Territorios prometidos sin peones
A menudo quisiera derrocar el alfabeto
Darle golpe de estado a las vocales
Botar las cáscaras de las consonantes
Darle amnistía a los adjetivos
Y beber la clorofila de los verbos
Desnudarlos
Habitarlos de principio a fin
Diseminarlos en felpas de aserrín
Vomitar el destino en el mar
Llevar el silencio a vitrinas póstumas
Deshacer el nudo de las encíclicas
Remover los sepelios y las sombras de las miradas
Habitar la memoria
Despedirse diariamente del mundo
Quemar los anticuarios
Disfrazar el óxido de la melancolía
Ignorar la piedra pómez de las ofertas electorales