Busqué por las esquinas
y solo habita el ángulo,
un gran espacio vacio
esperando ser llenado.
Me entrego a la esperanza,
de seguir contra corriente,
de ser fiel a mis ideas,
que nada enturbie mi mente.
De vivir en las laderas,
de ir por caminos de barro,
de sentir el pulso a la vida
aunque me vaya arrastrando,
que latan mis artérias.
Pobre mi luz de luciérnaga,
sigue brillando con fuerza,
subiendo la empinada cuesta,
lenta por la angosta vereda.
En este esfuerzo tenaz,
encuentro el premio diario,
ilusión por seguir remando,
sin sopesar como está el mar,
si embravecido o calmo.
Solo importa navegar,
el murmullo del oleaje,
la caricia de la espuma,
saborear la gota salada,
sentirse parte de algo.
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