Hoy amaneció           entre nubes.
la niebla del otoño,
abrigaba los nidos de gorriones,
que trinaban ruidosos en las ramas.
El frío mientras tanto,
          se posaba entre dudas,
se instalaba en mi ser,
como queriendo ponerme cadenas.
¡Pero vino la palabra!
con el vuelo en sus manos,
y me señaló la parte sur del norte,
para que allí fuera.
Viajé con la mochila de siempre,
          mis pies descalzos,
y la luz del sol como testigo.
Llegué al lugar
y vi los mares de la luna,
majestuosos, inmaculados,
y llenos de esa luz plateada,
que todo lo enternece.
El mar de las calmas,
          me enseñó a esperar sin ruido.
El mar de las tempestades,
          me instruyó en la fuerza y la firmeza.
El mar del frío mostró ante mi,
          la rotunda fuerza del cariño.
El mar de la serenidad me hizo hombre.
Y los otros mares de la luna,
me dieron para siempre
          ¡El vuelo y la palabra!

Fernando Pérez.