No espero que fustigues mis excesos
ni mi pasión por ti enardecida
pues quiero acaso coronar tu vida
en el jardín de conyugales besos.
Y esa pasión frecuente y desmedida,
yo podré conllevarla de tal suerte
que sea motivo, así y hasta la muerte,
de renacer en ti a nueva vida.
Regálame por Dios, en tanto puedas,
tu corazón de musa delirante,
tu diapasón febril y en cada instante
el resumen de lo que tú más quieras.
Resumen de pasión, dogal dormido,
celeste manantial de blanco lecho,
para que surjas en mí y en cada trecho
como ave lira que encontró su nido.
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