I
Alumbrará tu camino
guía de la noche bella
una reluciente estrella
o lucero vespertino;
piensa que en el sutil lino
de tan oscuro celaje
se distingue del ramaje
de otros muchos planetas
porque opaca a los cometas
como a la garra el encaje.
II
Será tu destino, estrella,
en tu carrera silente
un cielo del todo aparente
y una celeste huella.
Por eso corro con ella
a buscar el firme viento
que me regale un momento
de tu sideral destino
y así encontrar mi camino,
en paz, en el firmamento.
III
¿Será en el cielo estrellado
en donde encuentre la paz
y darme siempre por más
satisfecho y bien servido?
Todo queda en el olvido
cuando se quiere insensato
volar por el cielo un rato
como una estrella mendaz
y luego morir asaz
sin piedad y sin boato.
IV
No es baratura pedir
estrella ser en el cielo,
cuando se eleva en el vuelo
mirando siempre al nadir.
Es menester exigir
el mejor de los caminos,
de los pájaros los trinos,
de las alas el fragor
y elevarse con valor
hacia horizontes divinos.
|