Desnuda eres como una ánfora griega,
como el viento ondulante
que escala las campiñas
y hace madurar en las praderas
los sembradíos de caprichosas piñas.
Desnuda eres, lo digo apasionadamente,
como un vaporoso y blanco
vestido de novia, sutil y transparente,
como las nubes de formas prodigiosas
cuando bañan de lluvia las montañas.
Desnuda, eres con tu piel tan candorosa
la indefinida y bella mariposa
que siempre mi pasión invoca.
Así, eres una serpenteante
burbuja que sonriendo se asoma
atrás de las marismas.
Eres la brisa de la noche
y la undívaga forma de los ríos,
la ondina del fondo de los mares
y la sirena que llevo como broche.
Desnuda eres la pasión de mis desvaríos
y la fruta silente que provoca,
el agua que corre por mis labios
y el beso que alimenta
mi sedienta e insaciable boca.
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