Tienen tus ojos, del candor,
todos los cielos;
tienen tus párpados,
del azul, todos los lagos
y tus labios
el aroma del medio día.
Dame amada tu imagen
con tus mejillas encendidas
y tu carnosa boca
con el perfume de la sinfonía.
Pon en mis manos
tus hombros de alabastro
y regálame de tu rostro
el rictus de la melancolía.
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