Reconozco de tu alma los secretos,
de tus prístinos labios, la pureza,
y la fragancia que de pronto asoma
en tus castos y virginales besos.
Pues si me atrevo con audaz codicia
a pensar en algo tan honesto y puro,
en ese instante de pasión consumo
el limpio y bello aroma de tu aliento.
Aliento que me invita a la delicia
de saborearte en singular momento
y en el fugaz minuto de tus horas.
Dame pues, tus eternos juramentos,
de regalarle a mi virtual caricia
el paraíso en donde siempre moras.
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