Paseando por las horas de la vida,
en la romería obligada que el tiempo impone,
en las estaciones eternas tatuadas en las líneas de la piel,
no termino de viajar por este paso constante
entre la risa y el llanto,
entre la alegría y la tristeza,
entre el saber y no saber,
entre la dicha y el desconsuelo,
entre la esperanza y la desilusión,
entre la palabra y el hacer,
entre la promesa y la realización,
entre la vida y la muerte,
entre el amor y el desamor.

Paseando por las horas de la vida,
en el pensamiento que me asalta,
en el sentimiento que me invade,
de repente... no sé, no comprendo,
no me siento, no me ubico, no estoy,
a pesar de seguir siendo,
a pesar de ser, mirar, oler, escuchar y percibir.

Paseando por las horas de la vida,
en el peregrinaje del tiempo,
paro en cada estación marcada
para recitar con devoción,
la oración que me sustenta en el sentir cansada,
por el pasar por siempre por todos los pesares.

Paseando por las horas de la vida,
asgo fuerte tus manos para que nunca, ¡nunca!,
me dejes perdida y solitaria, en la romería del vivir.


Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: rodando, andando, virando junto con las manijas de algún reloj.
Febrero 10 de 2004

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