Tengo hambre, claman los niños
en los brazos de su madre,
sin ropa, casi desnudos.
andan recorriendo las calles.

La mujer y sus tres hijos,
piden alguna limosna,
esperando se compadezcan de ellos, un alma generosa
y poder llevarse algún bocado a la boca.

Llega la noche helada, y la lluvia la acompaña,
como acompaña las estrella a la luna,
al marcharse la Alborada..

Implora la mujer al cielo,
ayuda para su desgracia,
mientras la nieve,
los envuelve, en un manto de fina escarcha

Llega una silueta en la noche
helada y pálida
mitad negra, mitad blanca.

Confundida con la nieve,
agitando su capa al viento
flotando como alma sin cuerpo.

Ven buena mujer, ven,
la invita, ofreciéndole su brazo,
yo te daré esa paz,
y a la vez tu buen descanso.

ese descanso que pides
y que nunca has encontrado.

Ven, ven conmigo a ese lugar,
donde no hay frió ni calor
y el dolor no sentirás...

La mujer la mira asustada...
Susurra señora, no puedo marcha y a mis hijos dejar,
no puedo partir a ese lugar, donde me ofreces llevar.

Buena mujer tus hijos ya no están...
le respondió la dama.

Dejaron de respirar,
ellos me hicieron regresar. para poderte llevar.
a ese lugar sobrenatural, del cual nadie quiere regresar.

Se vio una nube, entre la lluvia,
elevándose hacia cielo lentamente
precedida de unos reflejos
con cola resplandeciente.

Al día siguiente, encontraron,
en un portal abrazados,
a los niños, y la madre,
con una sonrisa feliz, estaban en el lugar divino
ese lugar sin fin.

Por fin, por fin habían dejado de sufrir.


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Este escrito es en recuerdo de las personas que mueren en nuestras calles de hambre y frió, Deseo que les guste un poco.

YASMINA