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Camino errante

Siempre que pude,
dirigí mi ser hasta algún norte,
busqué y busqué cada mañana,
la verdadera luz del horizonte,
los besos olvidados en el tiempo,
las tiernas caricias de la aurora.
Siempre que pude,
evité salirme de mi rumbo,
y jamás dejar que las rosas sucumbieran,
que el sublime abrazo de la madre,
se ultrajara en tristes derroteros.
Siempre que pude,
regresé con cuatro esquinas en mis manos,
Una, para ahuyentar las penas,
otra, para guardar ternura,
una tercera para anidar la luz,
y la última,
para ofrendarte el amor en cada día.
Siempre que pude,
desbroce las esencias del camino,
el errante camino que es la vida,
el acto de SER sin indefectible,
sin deslealtades.
Siempre que pude,
volví a empezar,
aún a costa de los miedos,
sin ver el mar,
sintiendo en mi piel de hombre maduro,
miradas abstractas que nunca dicen nada,
y castigan con odio,
la osadía de pensar libremente.
Pero a pesar de todo,
siempre que pude,
inventé la manera,
de recorrer sin prisa,
¡El camino errante de mi vida!


Fernando Pérez.

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Publicado el: 17-02-2004
Última modificación: 20-10-2014


página personal de Fernando Pérez.


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