Sentada frente a la laguna, observo las aguas de color fucsia, intensificando su color por un cielo rojo, manchado por los últimos rayos del sol, que se van esfumando por el horizonte del oeste, para dar vida a otras tierras,allá, al otro lado del océano, despertando a los pueblos y ciudades, y dejándonos al nuestro la paz y el sosiego de la noche.
Los pájaros que habitan junto a la laguna, vuelan hasta sus nidos, con un dulce cantar se alejan, en busca de sus pequeños hijos, protegen a sus crías del frío de la nocturnidad, también de los depredadores, que puedan aquí morar, es el instinto maternal, y el de supervivencia, del que nos dota la madre naturaleza.
Y en este precioso paisaje que me deja el atardecer, recreo mi mente y relajo mi cuerpo, entre rojos , naranjas y fucsias, que se han difuminado en el ancho cielo, y embelleciéndolo aún más por las aves que no dejan de piar, surcando el viento.
Siento la tierra entre mis descalzos píes, y la arena se cuela entre mis dedos, respiro hondo llenando mis pulmones de este momento y en un suspiro, lentamente se escapa el aire entre mis labios, para no desaprovechar lo que me ofrece la Naturaleza.
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