En nimias gotas invisibles,
se evapora el brillo de mis ojos,
ojos taciturnos y apagados
de ver este mundo imposible.
Injusta violencia y condena,
siembran el odio, en la inocencia
y en la taza de café que sostengo
se sumerge en lágrimas mi pena.
Pena por la sangre derramada,
en tantas inverosímiles guerras,
que deja vidas desgraciadas
y el dolor se huele en la tierra .
¡Oh Dios! Recoge la ira en tu mano
y reparte con tu corazón la paz
que falta le hace al humano.
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