Son las siete de la tarde,
el día se desprende lentamente de la luz,
el sol se esconde tras las nubes
que se visten por instantes de colores nuevos,
de fucsias, de naranjas, de lilas,
de amarillos tenues o de rojos encendidos.
Son las siete de la tarde,
agoniza el día, el calor se siente,
se hace de noche lentamente,
las sombras de pronto no saben
qué hacer frente al vestido azul de la montaña,
se pierden, vacilan , rondan cavilando la nostalgia.
Son las siete de la tarde,
recojo las jaulas de los loros,
riego las plantas ya sedientas,
dejo correr sobre mi cuerpo la ducha refrescante,
me recuesto sobre la cama...
ya es de noche, son las once,
cierro los ojos y se abre mi mano
que en un puño guardaba a tu corazón amante.
Son las siete de la tarde,
el día agoniza, la hora se torna insoportable,
y de repente siento, que el tiempo... ¡se ríe de mí!
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: en el ocaso de cada día, en la nostalgia que se planta en mí, cada tarde, a las siete, a las siete...
Febrero 26 de 2004
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