Gracias, madre, por cobijarme en tu vientre,
por todo el tiempo que me regalaste,
porque de mí siempre estuviste al pendiente,
gracias por todo lo que me amaste.
Por tus tiernas y suaves caricias,
por tantas noches en vela,
por haber querido tanto a Patricia,
gracias, madre, por haber sido tan buena.
Cuando niño, me arrullaste,
cuando joven, me diste consejos;
con mi padre me diste principios, me educaste
para ser buen adulto y llegar a viejo.
Gracias, madre, por haberme dado padre,
honrado, responsable y trabajador;
gracias por cumplir bien los dos como padres,
gracias, sobre todo, a Dios, mi Señor y Salvador.
|