LECTURA DE POESÍA
(Para Teonilda, que camina sobre las calles
de Nueva York, con un haz de poemas en sus manos)
Vivimos la noche de un día encarnado de poesía.
Era invierno en este lado del mundo.
Sobre el cielo de la Embajada de México en San Salvador,
La luna tocaba los pálpitos del fuego,
La imagen vítrea de las palabras, la chispa del asombro.
Había un universo encendiendo el aire;
Pronto descubrí que, Teonilda,
Era aquel poema de Whitman: Years of meteors! Brooding year!
Ella nos traía el corazón expresivo de Manhattan,
Donde antes, Federico, convirtió la noche
En brazos transparentes y las palabras en flautas diurnas.
Alguien tenía que ser así para soñar con la poesía:
Ella salpicó la luz de los pájaros y las pupilas del agua.
Ella, sólo ella, con su misterioso hálito
Para encender la elocuencia de la albahaca y la trementina.
Al final de la jornada, su voz quedó
En un estanque de asombros y en los latidos del espejo.
De su linaje boscoso emergieron profundas las raíces.
Hoy sus poemas amanecen
en el humus parpadeante del cierzo:
El amanecer del trópico los ha tornado semillas
Y así se diseminan como maduras luciérnagas.
Isla Santa María, 28 de marzo de 2003.
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