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LUNA DE MI NOCHE

LUNA DE MI NOCHE

Cuando sale la luna,
El mar cubre la tierra
Y el corazón se siente
Isla en el infinito.
Federico García Lorca

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Me parece tenerte entre las sábanas, húmeda,
Con el vino tinto del celo sobre la mesa,
Robándote el tiempo profundo de la sangre.
Luna para subir al ombligo de los trompos.
Luna para suspender el aliento en el viento,
Y vaciar los caminos en las fraguas de Circe.
Luna para temblar de estrellas y deseos:
Tu luz abre el misterio y se transparenta el sueño;
Yo sé que la luz de tu cuerpo es una sola
Y que gotea como una guitarra afanosa.
Luna de mi noche repleta de seda:
Murmullo de luciérnagas hacen manantiales,
Durante la noche cuando los telares
Desnudos forjan los deseos.
Luna en el quicio de la puerta y el regazo:
Pedazo de camino. Surco que besa las campanas del jadeo.
Lengua gris sobre jazmines cortados por la lluvia.
Pluma de algas sobre un collar de venas.
Luna de carne sobre la copa de los árboles.
Luna de papel sobre surcos de espigas.
Luna loca con piel de hoguera y salamandras de ansia.
Tenaz y diosa. Ámbar el puerto de tus muslos y senos,
Ascensor ardiendo. Follaje de lámparas
Sin zapatos, descalzo, entregado
Al abrigo que estalla en tu ombligo anochecido.
Luna de los marineros sorteando puertos
En cada horizonte que les es asible.
Luna grande donde se cortan los cabellos
Y se cuelgan las manos sobre las ventanas.
Luna acostada peinando la sal de los halagos
Y rozando el peroné con su sombra desnuda.
Luna creciendo en las manos del barro,
Sentada en el sueño y templando la espalda del viento;
Sus jinetes rompen los pensamientos,
Y el blanco vestido, perfecto del agua.
En su quietud juega con los ecos el alba,
En sus brazos crece la escarcha de las barcas
Para transformarse en pergaminos de arena.
Luna desposada en la playa y despojada de niebla.
Luna a mi lado empapada de alas y comiéndose el pecho.
Luna de verdad en la hondura de mis sienes.
Ancha. Farol donde miro el resplandor de los campos
Y la piel en fuga de las palabras.
Boca mi boca donde las aves beben nidos con aureolas.
Boca tu boca donde se eternizan las pupilas,
Donde el eterno deseo sirve de lecho
Para cruzar las espadas del tiempo de Helena.
Luna de sangre y ecos geométricos. Puntada de azogue.
Escudo transpirado del silencio. Luna de espuma.
Viejo tranvía iluminando rascacielos, taxis,
Y sueños de Venus latentes en el nidal del estío.
Luna reptando en los espejos y raptando el lenguaje.
Luna en los guantes del atardecer
Y en las duras estatuas que juegan a ser inmortales.
Luna sin embargo, luna de frutas...
Isla Santa María, 5 de abril de 2004


André Cruchaga

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Publicado el: 07-04-2004
Última modificación: 00-00-0000


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