Hay tristezas que se quedan en el alma arraigadas,
no importa el tiempo que haya pasado,
a veces pareciera que han quedado olvidadas
y sin darnos cuenta, una tarde sentimos que han aflorado
Renace esa sensación de impotencia ante la herida,
el reproche de no haber luchado suficiente;
la rabia, que hiere, ante la cobardía asumida;
ese dolor y vacío que carcome, ¡cómo se sienten!
Se desborda nuevamente el agitado mar,
golpeando con sus olas los tristes recuerdos
que emergieron inesperados de su profundidad
inundando dolorosamente ese sentir inmenso
Nada calma, nada sana la herida abierta, ahora congelada,
se anidan otra vez en el pecho los suspiros adoloridos;
acurrucándose nuevamente los recuerdos en la almohada,
mientras el cansancio va venciendo los ojos enrojecidos.
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