Quiera Dios pintar el viento
con el color de sus ojos,
limpiar mi camino de abrojos,
darme siempre su aliento;
poner así el sentimiento
en lo bello, en lo humano,
regar entonces las flores
de miel, de dulces amores,
brindarme en todo momento
su dúctil y suave mano.
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