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TÚ Y EL TIEMPO

TÚ Y EL TIEMPO

“Bajo el caído párpado del sueño
donde guardas tus luces esenciales;”
Jorge Rojas

Sé que el tiempo a menudo se nos presenta
Como un vitral de distintas fotografías;
A menudo como una campana en la memoria.
Tiene mucho de viento y de albatros:
Desviste las distancias y abraza el horizonte.
Algo hay de ti en estas imágenes del espejo:
Todo cobra vida cuando tocas el sueño;
Cuando los ojos juegan en los labios y la tierra,
Hasta llenar nuestras pupilas.
Hasta mover las cortinas de las luciérnagas
Y caminar descalzos sobre esas lamparillas.
Tú y este tiempo excesivamente cruel:
Cada minuto se convierte en espanto;
La dureza de la realidad suele imponerse
A cualquier gozo de la carne. A cualquier motivo.
Por eso, “no te duermas mientras hablo.
La ternura se acaba en el deseo.
Luego el silencio se convierte en vacío,
Y las noches comienzan en el alba.
Te he dicho muchas veces que hay que aceptar la realidad:
Ni los sueños se viven, ni las alas se juntan,
Por eso a veces no tenemos sino una sola mano...
Los muertos crecen recordándonos y ya no vuelven a morir.
Escucha” todos los escalofríos. Su estertor.
Pese a todo, quiero seguir pensándote desnudita
Cubierta de transparencia para ver en ti el mar;
Andar sobre el suelo de las olas y la arena:
Cundir mi pecho de lámparas y ríos e inocencia.
Pese a la realidad abismal y abrupta,
Seamos, como habla el evangelio de los niños:
Un reino que le abre puertas a la fantasía,
Un reino más viejo que el mundo; por eso más joven
Y restablecido por el misterio de los puertos.
Tú y el tiempo: libro en mis ojos.
Libro con el alba de tu ombligo.
Ojos contigo andando quemaduras:
Único testamento de la vida.
Vivimos tiempos violentos y ausencias;
Fuimos desde la abierta herida,
La herida pronunciada de la noche:
Extrañas calles, rieles, y estupros.
Ahora sé que ningún amor es vano;
Cualesquiera nos da su estertor:
Y si no se ama, todo acaba en muerte.
Pero no te invadan dudas, zozobras:
La vida es sueño y realidad.
Por ejemplo, camino para verte
Y bebo en cada orgasmo la alegría;
Baño mis arterias desde el cuello,
Hasta la sílaba de las ventanas;
Luego retorno al temor de siempre:
La vida. La antesala de las calles.
Pero no me asusta todo este tiempo,
Si tu sombra se convierte en pabilo
Y me das esa luz reverberante
Del cuerpo junto con la alegría.
Isla Santa María, 25 de abril de 2004


André Cruchaga

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Publicado el: 25-04-2004
Última modificación: 00-00-0000


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