Siempre mirando a donde nadie mira,
indagando en el ser de distinta manera,
buscando la luz de la mañana,
describiendo los besos,
anticipando en cada esquina,
los amores perdidos,
los sueños prohibidos.
Cuando llora el poeta,
por no ser comprendido,
y el silencio lo encadena a la rutina,
entonces surge el verso,
que se hace palabra,
que se hace argumento,
y traza esas sendas y caminos,
que iluminan la vida,
y la hacen presente en cada acto.
Y es que el mundo del poeta,,
se mueve en la locura,
entre horizontes que no terminan nunca,
o entre el amor hecho pedazos,
o las furtivas miradas de la noche.
Mirando al mar,
se emociona el poeta,
con el arrullo de las olas,
y el vuelo sereno de la gaviota.
Cuando el poeta siente,
lo hace cargando el destino en sus espaldas,
con miles de recuerdos que le atan,
con cientos de preguntas sin respuesta.
Pero ahí está,
viendo como transcurre el tiempo,
entre espinas y rosas,
contemplando el devenir del ocaso,
o la ausencia de misericordia,
en las calles vacías del corazón del hombre!
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