En el umbral del corazón,
en esa parte bella que mora la ternura,
descansaba el recuerdo en forma de paloma.
Yo no quería ser la suerte del olvido,
ni caer en sus garras traicioneras,
tampoco dejar en el camino,
mis sueños más hermosos.
La historia se repite,
sin tregua,
en cada acto de mi vida,
¡y lo lamento!
Nunca quise decirte
que el triunfo y el fracaso,
son casi la misma cosa.
Que aquella indiferencia
vestida de domingo,
flagelaba mi ser impenitente,
¡y jamás dije nada!
Pero es duro el olvido,
una pesada carga que lastima,
que convierte en derrota cada paso,
y proscribe la luz de las primeras horas,
hasta encerrarla en el vacío.
Y todas estas cosas,
como cuchillos afilados,
se clavan en mi alma,
y la derivan
a la parte más gélida del norte.
No pudiendo aguantar mas el silencio,
despertó mi conciencia y se hizo fuerza,
dejo de ser ser
un mudo y pertinaz testigo,
de aquella historia,
¡donde el olvido eras tú!

Fernando Pérez.